August 20, 2023

"Despertados a la Acción: Un Llamado a Confrontar la Injusticia y Brillar la Luz de Cristo en un Mundo Turbulento"

Hermanos Urgentes, reunámonos y prestemos atención a las palabras de advertencia, pues la erupción del Volcán Kilauea sirve como una parábola sombría para nuestros tiempos actuales. Tal como esta furia fundida arde bajo la superficie de la tierra, así también hierve la lava ardiente del racismo y la injusticia en medio de nosotros, amenazando con estallar con una fuerza devastadora. ¿No vemos los paralelismos? ¿No somos conscientes de que, al igual que el volcán, estos problemas han estado ardiendo durante décadas, listos para envolvernos en la destrucción en cualquier momento?

Recuerden, amados, cómo el acto malévolo de Dylan Roof en Charleston encendió una tormenta de tristeza y enojo, una tempestad ardiente que debería haber conmovido los corazones del pueblo de Dios a la acción. Sin embargo, ¿hemos permanecido complacientes, arrullados en una falsa sensación de seguridad por períodos de calma? Así como Kilauea entra en erupción cíclicamente, así también la erupción del odio y el prejuicio golpea una y otra vez. Las microagresiones envenenan la vida diaria de nuestros hermanos, su dignidad arrebatada por una sociedad ciega a sus pecados.

No nos encontremos durmiendo, hermanos, porque nuestro Señor nos llama a la vigilancia. Así como las placas tectónicas se desplazan de manera impredecible, también lo hacen las corrientes de agitación social. Somos llamados a ser una comunidad profética, a exponer la oscuridad a la luz penetrante de Cristo. Como resuenan las palabras de Pablo en Efesios 5:13-14, "Levántate, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo". ¿Comprenden, querida congregación, que esta luz no solo revela, sino que también reprende y expone las fallas e injusticias que afligen nuestra tierra?

Nuestro deber, entonces, es claro. El Evangelio nos capacita a través del Espíritu para discernir lo que otros no logran ver. Es un llamado claro a despertar, a reconocer la espeluznante realidad del sufrimiento en nuestras comunidades. Nuestra gran comisión es irradiar esa luz radiante en el abismo de la oscuridad, para que la gloria de Cristo ilumine cada rincón y grieta. La iglesia en América no debe permanecer dormida, pues se nos ordena levantarnos y confrontar la opresión que mancha nuestra tierra.

Hermanos, reflexionen sobre la impactante exposición de CNN, donde vidas son subastadas como propiedad en Libia. En esta esclavitud moderna, almas son intercambiadas por una suma insignificante, eco de crímenes atroces del pasado. Dejen que esta revelación nos sacuda de nuestro letargo espiritual, pues subraya la urgencia de nuestra misión. Si alguna vez hubo un momento para levantarnos, es ahora. Los cimientos de nuestra sociedad se desmoronan bajo el peso de la injusticia y, como guardianes de la Palabra, debemos actuar.

No permanezcamos en silencio ni indiferentes. Estamos llamados a confrontar los sistemas arraigados de racismo e desigualdad que persisten. El Gran Mandamiento nos insta a amar a Dios y al prójimo, y este amor exige acción contra la opresión. En nuestro compromiso con Cristo, desmontemos las estructuras que perpetúan el sufrimiento. Unámonos en oración, abogacía y alcance, mostrando al mundo el verdadero significado de la compasión y la justicia.

En esta era turbulenta, imitemos el fervor de la iglesia primitiva, donde los creyentes compartían todo lo que tenían, actuando como faros de esperanza en medio de la oscuridad. Hermanos, es hora de trascender el mero servicio verbal y participar en prácticas tangibles y transformadoras. Guiemos al rebaño con vigor renovado, señalando el camino hacia el amor y la justicia de Cristo.

Que el Espíritu nos guíe mientras navegamos por estas aguas traicioneras. Con corazones fervientes, prestemos atención a las lecciones de Kilauea y su metáfora fundida, asegurando que nuestra respuesta a las erupciones de racismo e injusticia no sea de apatía, sino de dedicación inquebrantable a las enseñanzas de Cristo. Que nuestras acciones iluminen una luz que atraviese la oscuridad, llevando esperanza, sanación y transformación a un mundo en una necesidad apremiante.


En Su Santo Nombre,

Cesar "Una Voz en el Desierto"

www.avoiceinthedesert.net         




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