Jesús mismo es la gran ilustración de este principio. Toda su vida fue un período de prueba y tentación (Lucas 4:13, 22, 28). A medida que continuó soportando presiones, presiones, su carácter humano se desarrolló para que pudiera ser el tipo de Salvador que necesitamos (Hebreos 2: 17-18, 4: 15-16). Del mismo modo, Dios invierte en nuestras vidas para hacernos fuertes y útiles. Ningún equipo es apto para su uso a menos que haya sido probado. Lo mismo es cierto para los ciudadanos del reino de Dios.
Mi nombre es Cesar y soy una voz en el desierto
www.avoiceinthedesert.net
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