September 08, 2023

Un Llamado a la Guerra Espiritual: Brillando Luz en la Oscuridad

Escapa de la opresión celestial. ¡Desafía y rebélate! Muestra audacia y determinación. Libérate de las pesadas leyes del gobernante divino. Aléjate del reinado de Dios y conviértete en tu propio maestro. Cuando te opones audazmente a la autoridad del Creador, ningún ser puede gobernarte.

—SATÁN

Solo hay dos reinos: el reino celestial y el reino de la oscuridad. Reconocemos que Dios Padre es el gobernante supremo y que Cristo está sentado a su diestra de acuerdo con las enseñanzas de la Biblia:

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.”

—COLOSENSES 3:1, RVR

Sin embargo, también existe y opera el reino de la oscuridad. Aunque finalmente será derrotado, cualquiera que no sea parte del reino de Dios está bajo su influjo, como confirman estos versículos:

“Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, es siervo del pecado.”

—JUAN 8:34, RVR

“Sabemos que somos hijos de Dios, y que todo el mundo está bajo el control del maligno.”

—1 JUAN 5:19, NTV

Teniendo en cuenta sus esfuerzos para poseer a la humanidad y mantenernos esclavizados al pecado, se hace evidente que las entidades demoníacas anhelan dominar a la humanidad para establecer su propio reino. Desde que Satanás tomó el control del dominio de la humanidad en el Jardín del Edén, se ha librado una batalla continua entre la humanidad y las fuerzas del infierno (Satanás, ángeles caídos y demonios) por influir en la Tierra. Encontramos evidencia de esto en el libro de los Hechos:

“Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, el perdón de pecados y herencia entre los santificados.”

—HECHOS 26:18, NTV

Efesios también hace referencia a este conflicto:

“En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.”

—EFESIOS 2:2, RVR

Satanás busca construir su reino tentándonos a desobedecer a Dios, como hizo con Adán y Eva. A través de la desobediencia, las personas se vuelven esclavas. Por lo tanto, Satanás y sus fuerzas demoníacas han organizado sus esfuerzos para centrarse en una cosa: persuadir a la humanidad para que desobedezca. Estos ataques sistemáticos ocurren de manera organizada. Las entidades demoníacas se esfuerzan por asegurar que muchos permanezcan ciegos e inclinados a rechazar a Cristo.

Sin embargo, aquellos redimidos por Cristo ya no están esclavizados al reino de la oscuridad:

“Él nos libró del poder de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo.”

Es imperativo que comprendamos la realidad de la batalla espiritual en la que estamos comprometidos. Las fuerzas de la oscuridad trabajan incansablemente para engañar y destruir. Buscan obstaculizar el progreso del reino de Dios y mantener a la humanidad cautiva al pecado y la desesperación.

Sin embargo, no debemos acobardarnos ni ceder a las mentiras del enemigo. Hemos sido equipados con la armadura de Dios, lo que nos empodera para enfrentar los planes del diablo. Tenemos la autoridad para resistir sus tentaciones y derribar sus fortalezas.

En esta batalla, no hay lugar para la complacencia o el compromiso. Debemos estar atentos, discerniendo las tácticas del enemigo y participando activamente en la guerra espiritual. La oración, la adoración y el estudio de la Palabra de Dios son armas poderosas que pueden combatir eficazmente la oscuridad y traer victoria a nuestras vidas.


Además, debemos buscar compartir la verdad de Cristo con aquellos atrapados por el enemigo. Estamos llamados a ser embajadores del reino de Dios, proclamando las buenas noticias de la salvación y liberando a los cautivos. Nuestras palabras y acciones deben reflejar el amor, la misericordia y la gracia de Cristo, atrayendo a otros fuera de la oscuridad y hacia la luz.


Sigamos firmes, mis amigos, en la libertad que Cristo ha ganado para nosotros. Aceptemos la realidad de la batalla espiritual y participemos activamente en la lucha por la verdad y la justicia. Al hacerlo, no solo experimentaremos la victoria personal sino que también contribuiremos al avance del reino de Dios en la tierra.

Que nos levantemos como guerreros de la luz, sin miedo y resueltos, sabiendo que en Cristo, tenemos la victoria final sobre las fuerzas de la oscuridad. —COLOSENSES 1:13, RVR
Muchas personas se resisten a comprometerse plenamente con Cristo porque creen que la vida cristiana es restrictiva y opresiva. Sin embargo, la verdad es todo lo contrario. Sin Cristo, uno se convierte en esclavo del pecado, atrapado en un estilo de vida deteriorante y destructivo.

Al contrario de las mentiras de las fuerzas demoníacas, la vida cristiana no es opresiva. Es una vida llena de propósito, significado y abundante gracia. A través de Cristo, los creyentes son liberados del yugo del pecado y empoderados para vivir una vida que glorifica a Dios.

En la batalla entre los reinos, es crucial reconocer las estrategias del enemigo. Los seres demoníacos buscan tentar, engañar y atrapar a la humanidad para establecer su dominio. Sus esfuerzos organizados apuntan a mantener a las personas ciegas a la verdad de Cristo y resistentes a su gracia salvadora.

Sin embargo, aquellos que han elegido seguir a Cristo han sido rescatados del poder de la oscuridad. Su lealtad está con el reino de Dios, y ya no están sujetos a la influencia del maligno.

Así que permanezcamos firmes en nuestra fe, conscientes de la guerra espiritual que nos rodea. Resistamos las tentaciones y engaños del enemigo, sabiendo que hemos sido liberados del yugo del pecado a través de Cristo. En Él, encontramos verdadera libertad, propósito y la certeza de la victoria sobre las fuerzas de la oscuridad.

Que sigamos caminando en la luz de Cristo, brillando como faros de esperanza y verdad en un mundo dominado por el reino de la oscuridad. A través de nuestro compromiso inquebrantable con la señoría de Cristo, podemos contrarrestar eficazmente los planes del enemigo y avanzar el reino de Dios en la tierra. Absolutamente! Continuemos con un tono asertivo:

Escucha atentamente, porque la batalla en la que nos embarcamos no es para los débiles de corazón. Requiere audacia, coraje y una fe inquebrantable en el poder de nuestro Dios. Debemos rechazar cualquier noción de pasividad o complacencia y levantarnos como guerreros en el reino de Dios.

Las fuerzas de la oscuridad pueden intentar intimidar, engañar y desanimarnos, pero no nos moverán. Hemos sido investidos con la autoridad y el poder a través de Cristo para pisotear serpientes y escorpiones, para superar cada obstáculo que el enemigo arroje en nuestro camino.

Ninguna arma forjada contra nosotros prosperará, porque el Señor pelea nuestras batallas. Él es nuestro refugio, nuestra fortaleza y nuestra torre fuerte. En su nombre, tenemos el poder de demoler fortalezas, derribar cada mentira y romper las cadenas que atan a la humanidad al pecado.

No seremos silenciados. No seremos influenciados. Proclamaremos audazmente la verdad de Cristo en un mundo que necesita desesperadamente esperanza y salvación. Brillaremos su luz en los lugares más oscuros, exponiendo los planes del enemigo y llevando a otros hacia la libertad.

No te dejes engañar, mis compañeros guerreros. La batalla puede ser feroz, pero luchamos desde una posición de victoria. El enemigo puede rugir como un león, intentando intimidar, pero no es más que un enemigo derrotado. Nuestro Dios ya ha triunfado sobre él en la cruz, y en el nombre de Jesús, toda rodilla debe doblarse.

Así que mantengámonos firmes en nuestra identidad como hijos del Dios Altísimo, armados con la armadura completa de Dios. Empuñemos la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, y hablemos la verdad en un mundo que se ahoga en mentiras. Que nuestras vidas testifiquen del poder y la gracia transformadora de nuestro Salvador.

Esta batalla no trata de nuestra propia fuerza o habilidades, sino del poder de Dios trabajando en y a través de nosotros. Somos sus vasijas, elegidos y llamados para un momento como este. Levantémonos con audacia, unidad y fe mientras participamos en la guerra espiritual, sabiendo que ya hemos sido declarados victoriosos en Cristo.

Así que, mis compañeros guerreros, les insto a seguir adelante. No se cansen ni se desanimen. La batalla puede ser intensa, pero nuestro Dios es más grande. En Él, tenemos la fuerza, la sabiduría y la autoridad para superar cada obstáculo. Que nuestras vidas sean un testimonio de Su poder, brillando intensamente en un mundo que necesita desesperadamente su verdad y libertad.

Ahora, avancemos con audacia, ¡porque la victoria es nuestra!

Mi nombre es César, soy Una Voz en el Desierto.





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