Hoy quiero abordar una preocupación que a veces causa miedo e incertidumbre dentro de la comunidad de creyentes: la noción de posesión demoníaca. Examinemos este tema a través del lente de la Escritura y el entendimiento teológico.
Primero, es esencial recordar que los seres humanos somos tripartitos; estamos compuestos de cuerpo, alma y espíritu. Como lo expresó el Apóstol Pablo en su carta a los Tesalonicenses: "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo."
Antes de ser salvos, el espíritu humano se considera muerto. Sin embargo, a través de la aceptación de Cristo, nuestros espíritus renacen, y es a través de nuestros espíritus que nos conectamos y comunicamos con Dios. En este espacio, los demonios no pueden habitar, porque como se afirma en 2 Corintios 3:17, "Donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad".
Cuando uno recibe la salvación, ocurre algo milagroso: nuestros cuerpos se convierten en el santuario del Espíritu Santo. Como dijo Pablo en 1 Corintios 6:19, "¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?" En tal templo, los demonios no pueden coexistir con el Espíritu Santo.
El último componente es el alma, que abarca nuestra mente, voluntad y emociones. Según las Escrituras, los demonios parecen buscar cuerpos físicos, y la Biblia no habla de 'posesión del alma'. Si los demonios poseyeran almas, controlarían la voluntad de una persona, una autoridad que ni siquiera Dios nos quita. Por lo tanto, mediante el razonamiento teológico y la evidencia bíblica, parece poco probable que los demonios puedan poseer el alma de un creyente.
Sin embargo, es importante aclarar que, aunque los demonios no pueden poseer a los creyentes, aún pueden influenciarnos. Pueden incitar miedo, duda o preocupación y explotar los pecados a los que nos aferramos. Algunos se refieren a esta influencia como "opresión demoníaca", pero advierto en contra de este término porque sugiere una forma menor de posesión. Prefiero llamarlo "ataque demoníaco", que puede manifestarse como luchas emocionales o psicológicas como la depresión o la ansiedad.
A veces, los creyentes muestran comportamientos que se asemejan a la posesión demoníaca: gritar, retorcerse o hablar en tonos desconocidos. Tales manifestaciones podrían ser el resultado de estados emocionales, como ataques de pánico inducidos por la ansiedad, o podrían ser experiencias espirituales malentendidas. Sin embargo, es importante tener en cuenta que tales comportamientos no implican posesión demoníaca.
La propiedad es central para el concepto de posesión. Si pertenecemos a Cristo, ¿cómo podemos pertenecer a otra entidad? Pablo nos asegura: "Y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios". La Biblia deja poco espacio para el debate; los demonios no pueden poseer a aquellos que han entregado sus vidas a Cristo.
Para resumir, aunque los creyentes ciertamente pueden verse afectados por influencias demoníacas, la noción de que un demonio posea a un creyente parece tanto bíblica como teológicamente implausible. Encontremos consuelo y fuerza en este entendimiento, manteniéndonos firmes en nuestra fe, sabiendo que estamos seguros en el Señor.
Que Dios los bendiga a todos. Amén.
My name is Cesar and I’m A Voice In The Desert
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