Los dos primeros capítulos de la Biblia describen en el lenguaje más hermoso imaginable la creación de Dios del cielo y la tierra. De manera similar, la Biblia culmina con una magnífica descripción del cielo nuevo y la tierra nueva (Apocalipsis 21–22). Entre los capítulos de apertura y cierre de la Biblia, representa una guerra que se libra a escala cósmica, una guerra que se libra entre Dios y el diablo.

Esta guerra se desarrolla tanto en el ámbito espiritual como en la tierra. Sin embargo, no es una lucha justa, porque la guerra no es entre dos iguales: el resultado nunca está en duda. Desde el principio, el destino del archienemigo de Dios, el diablo, es seguro (Génesis 3:15). La sabiduría de Dios se demuestra en su plan inescrutable para redimir a la humanidad de su pecado y establecer un nuevo cielo y tierra. Satanás y los demonios no se mencionan muchas veces en el Antiguo Testamento.

Desde una perspectiva canónica, sin embargo, su trabajo es evidente. El ataque inicial de Satanás contra la humanidad tiene lugar en el entorno más idílico que la humanidad haya conocido jamás, el jardín del Edén, y su derrota decisiva tendrá lugar en una colina llamada Gólgota. Como un animal herido, continúa atacando a la humanidad hasta que lo arrojan al lago de fuego para no acusarnos más. Después de la muerte y resurrección de Cristo, hay muchas escaramuzas y batallas por pelear, pero la victoria ya se ha ganado (Col 2:15).

Mi nombre es Cesar y soy una voz en el desierto.

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